Texto extraído del blog original de Menina Congo (publicado originalmente el 16 de agosto del 2017)
Soy la fuerza de la mano esclavizada, el sufrimiento africano en América. El resonar de los tambores congos, el meneo de caderas, la alegría del cantar. Los grandes labios bicolores, la maravillosa melanina, la nariz ancha. Soy el sudor de mis ancestros, los que llegaron a la tierra de las oportunidades, a construir la histórica obra ingeniera. Soy el rechazo dividido entre dos culturas con el mismo origen. Un origen aristocrático y de libertad, pero que extranjeros nos robaron para convertirlo en esclavitud. Afrocolonial, afroantillana, afrodescendiente. Caribe, costa, west indian.
Soy el apellido Ottey escogido por mis antepasados, la India escondida, los que llegaron a las Antillas a la isla donde Morgan se refugió sin remordimiento, a la isla del reggae. Origen indo-jamaica que desconozco, pero sé que está en mis genes, en mis venas. A veces me lo recuerdan, cuando mis largas pestañas notan. Yo lo recuerdo, en la mezcla de texturas de mis cabellos.
Soy Spanish Town, El apellido Mc Donald de origen escocés, quizás escogido, quizás originario por la mezcla cultural de la gran Jamaica. También soy Acuña, también soy Guerrero. Apellidos que según me cuentan, arrastran un legado de honor y matriarcado. También soy Hoyte, que de ella poco conozco pero con orgullo llevo.
Estas fotos no son para mí, son para ellos. A todos esos ancestros que no pude conocer. A mis bisabuelos, a mis abuelos. Son para mi padre, quien con orgullo mantenía el legado del idioma inglés, cuando en las tardes, con su habano se sentaba conmigo en el parque a cantar. A mi madre quien ha sabido mantener viva la llama de mi educación cultural, por enseñarme de donde vengo, para saber a donde voy. A ella le debo todo, por la batuta de padre-madre que ha tenido que llevar y ha sabido llevarlo a la perfección. A mis tíos de padre y madre, quienes también han sabido inculcarme de mis orígenes a través de historias y experiencias.
Soy el pasado en cenizas que aún arde en llamas. Gracias, porque por ustedes soy orgullosamente afropanameña.
